martes, 25 de octubre de 2016

LOS PISHTACOS


LA LEYENDA DE ZANCO GABRIEL
Uno de los misterios más terroríficos muy poco vertidos por la población,es la leyenda de los Pishtacos,que narran que hace muchos años atrás,  jinetes vestidos de negro o vestimenta misteriosa de colores andinos cabalgaban en las madrugadas con destino a los andes del este, seguramente  a los altos valles en busca de sus víctimas para degollar a cuanto incauto podrían encontrar en su camino y luego llevarlos a lomo de bestia a un paraje escondido, para cocinar en un brasa a fuego lento y observar lentamente que cayera gota a gota...
Una Leyenda se dio así:
Era un hombre alto de porte fornido, raza mestiza, cuya labor era la construcción de casas de piedra y tejado. Algunos decìan que era un hombre compactado con el diáblo. esa trágica noche se encomendó al más vil de la maldad y el demonio tomó posesiòn de su ser.
Unos mercaderes viajaban durante la noche, entre la madrugada y el amanecer por las altas montañas llevando en sus asemilas sus negocios y cosas que podrían utilizar en sus sementeras.
Una  de esas noches, se tiñó de dolor y estupor sobre los viajeros. Cuando todo hacía presagiar que nada podría pasar, uno de ellos sintió, una extraña sensación que adormeció su cuerpo y su espiritu, ya estuvo viajando a la eternidad.
El alfange "zas", "zas", "zas", recorrió su cuello, cayó su cabeza y su cuerpo quedó en pie, destilando a chorros la energía rojiza, que ojo humano nunca habría visto derramar. Pero la cabeza aún pudo balbucear sus ultimas palabras, llamando por su nombre a su asesino: ¡Zanco Gabriel! ...¡Zanco Gabriel! ...Nojatarequeme...Nojatarequeme..."¡te conozco!...¡te Conozco!"...el hombre vestido de poncho entero, botas de jebe,  sombrero de ala ancha, barbudo y voz altisonante, se quedó helado y desconcertado.
Los que habían huido por los alrededores del camino y, escondido en las peñas lleno de hierbas andinas, pudieron escuchar el grito. No medió tiempo, para huir y dejar abandonado a su presa, que en un momento, pensò, llevaría seguro a su escondite, entre las quebradas, para descuartizarlo y colgarlo entre dos troncos hechos entre abrazaderas y debajo de ello, superpuesta una cecerola que ardería a fuego lento sobre una brasa y lo cocinaría a carbón, producto de los eucaliptos  y el maguey, secos, y caerìa la grasa humana, gota a gota. Posteriormente llevado a las fábricas como SOGUEZA y otros en la costa.
Asi fue su experiencia fatal, era la vida del hombre entre los hombres. Pasado el tiempo, uno de esos días en que se encontraba trabajando, construyendo la cúpula de una iglesia - la capilla del pueblo, uno de esos hombres llegó y lo reconoció por su voz sacástica y socarrona, quien lo llamó por su nombre de batalla ..."¡Zanco Gabriel!...!"¡Zanco Gabriel!"...al tratar de huir, a fin de no caer en sus manos y ser parte de la persecución de los gendarmes, tropezó y cayó desde  lo alto de la cúpula. Al caer fue a parar sobre un dintel de madera cuya fuerza del impacto, hizo que volara su  cabeza..Estando así, solo pudo maldecir su desgracia y gritar..."Maldito compadre, porque te cruzaste en mi camino...tu maldición me ha condenado"...se reconocieron por la voz.
Fueron seguramente, sus almas a parar al paraíso o al infierno, según los pecados que habrían cometido estando en vida..."Zanco Gabriel" ..."Zanco Gabriel" viaja hoy por las vertientes en la oscuridad...así dicen los lugareños de la tierra andina de una parte de Ancash, el Perú...

Autor
LUIS HUERTA LOMOTTE
PLUMA SECHÍN
2017  
   

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